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Pero ni él, ni sus siervos, ni el pueblo de la tierra escucharon las palabras que el Señor había hablado por medio[a] del profeta Jeremías(A).

Sin embargo, el rey Sedequías envió a Jucal, hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maasías(B), a decir al profeta Jeremías(C): «Ruega ahora por nosotros al Señor nuestro Dios(D)». Y Jeremías entraba y salía en medio del pueblo, porque todavía no lo habían puesto en la cárcel(E).

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Footnotes

  1. Jeremías 37:2 Lit. mano.